Godard dijo de él que era «el cine y nada más que el cine». Y no es casual. Ray hizo del cine un refugio y un campo de batalla. Westerns que rompían moldes (Johnny Guitar), melodramas que dieron voz a los jóvenes antes de que existiera el término adolescente (Rebel Without a Cause), historias de personajes que luchan contra un mundo que les resulta ajeno.
En la América marcada por la Gran Depresión y la guerra, Ray construyó relatos de belleza lírica y brutal honestidad. Sus héroes —John Wayne, Humphrey Bogart, James Dean— no son invencibles: son frágiles, vulnerables, profundamente humanos.
Este ciclo es un viaje a ese cine crepuscular y radical, donde el amor siempre duele y la libertad siempre cuesta. Un cine de formas elegantes y emociones desgarradas. Un cine que, entre el clasicismo y la modernidad, sigue hablando —quizá más que nunca— de quienes se sienten fuera de lugar en su propio tiempo. Como Nicholas Ray. Como todos nosotros.