Fue mucho más que la directora de Sambizanga. Fue militante de la negritud, pionera del cine africano, poeta sin concesiones, madre, dramaturga y agitadora de conciencias. Su cámara no buscaba solo contar, sino conmover y transformar.
En esta retrospectiva —presentada por su hija, Annouchka de Andrade, y fruto de una cuidadosa labor de restauración— descubrimos su cine completo: desde los hospitales soviéticos de L’Hôpital de Leningrad hasta el desierto argelino de Le passager du Tassili, pasando por retratos de artistas que miran y son mirados. Cada plano suyo es una chispa política, una forma de nombrar lo silenciado.
Proyectada entre el 11 y el 25 de junio, esta cita no es solo un repaso fílmico, sino un acto de recuperación histórica. Porque reivindicar a Maldoror es también ensanchar el relato del cine, hacerlo más plural, más justo, más verdadero. Un cine que no solo mira el mundo, sino que se atreve a cambiarlo.