Su obra transita entre el impresionismo cinematográfico y la experimentación formal, donde el montaje, la textura de la luz y el ritmo visual se convierten en materia poética. Feminista y anticlerical, su mirada desafió los límites impuestos por su tiempo, abriendo caminos que influirían en generaciones posteriores de cineastas.
La película La Coquille et le Clergyman (1928), basada en un texto de Antonin Artaud, es considerada hoy la primera obra surrealista del cine: una explosión de imágenes que explora el deseo, el poder y el subconsciente con una libertad inédita.
Coincidiendo con la exposición Germaine Dulac. Je n’ai plus rien, el ciclo presenta una retrospectiva completa de su filmografía, del 19 al 30 de octubre, incluyendo proyecciones como La mort du soleil (1922) o Le cinéma au service de l’histoire (1935), acompañadas de música en vivo y experimentaciones sonoras.
Más que un ciclo, esta programación invita a redescubrir a una autora que entendió el cine no solo como imagen en movimiento, sino como un acto de emancipación artística y política.