A bordo, con un máximo de diez personas, la navegación se vuelve casi privada. La ciudad queda atrás mientras el barco avanza y la luz del mar envuelve la cubierta. Entre una brisa suave y el vaivén del agua, el sommelier introduce el arte de mezclar sabores: técnicas, presentación, equilibrio y pequeños trucos que marcan la diferencia. Cada participante prepara sus propios cócteles, los prueba y descubre combinaciones que quizá no habría imaginado en tierra firme.
El taller se acompaña de aperitivos pensados para potenciar los sabores del vino y de las mezclas que se van elaborando. Todo transcurre sin prisas, con tiempo para disfrutar del paisaje, hacer fotos de la costa y dejarse llevar por la atmósfera tranquila de la travesía.
Dos horas en las que aprender, saborear y navegar se entrelazan sin esfuerzo. Ideal para quien busca una actividad distinta, sofisticada y cercana, donde la ciudad aparece desde una perspectiva privilegiada y cada detalle está pensado para que la experiencia quede grabada. Una invitación a mirar Barcelona desde el mar… con un cóctel recién hecho en la mano.